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viernes, 17 de enero de 2014

[15] EVANGELII GAUDIUM, Introducción y Capítulo I: "La transformación misionera de la Iglesia"


Retomamos el curso virtual "Siguiendo los pasos, gestos y enseñanzas del Papa Francisco" a partir de la Exhortación apostólica "Evangelii gaudium".



En las siguientes cinco fichas, presentaré una síntesis de cada uno de sus capítulos, los pondré en relación con textos previos del pontífice, concernientes al Año de la Fe, y propondré algunas preguntas para la meditación personal y la conversión pastoral-misionera.

Dice Francisco en el Capítulo primero ("La transformación misionera de la Iglesia") que "la nueva etapa evangelizadora [debe estar] marcada por la alegría" (EG 1), que surge del "encuentro personal con Jesucristo" (EG 3) y de la "salida misionera" (EG 15), porque "la vida se acrecienta dándola y se debilita en el aislamiento y la comodidad" (EG 10). 
"Cada vez que intentamos volver a la fuente y recuperar la frescura original del Evangelio, brotan nuevos caminos, métodos creativos, otras formas de expresión, signos más elocuentes, palabras cargadas de renovado significado para el mundo actual" (EG 11). La alegría "siempre tiene la dinámica del éxodo y del don, del salir de sí, del caminar y sembrar siempre de nuevo, siempre más allá" (EG 21).
Por eso, como el Señor, "¡atrevámonos un poco más a primerear!" (EG 24), propiciando una "opción misionera capaz de transformarlo todo" más que evangelizando "para la autopreservación" (EG 27). "Conversión misionera" y "pastoral" de las parroquias, del obispo y "también [d]el papado y las estructuras centrales de la Iglesia universal" (EG 30-32). 
"Una pastoral en clave misionera no se obsesiona por la transmisión desarticulada de una multitud de doctrinas que se intenta imponer a fuerza de insistencia" (EG 35), o por mantener "costumbres propias no directamente ligadas al núcleo del Evangelio" (EG 43), sino que más bien es una "Iglesia 'en salida' [...] con las puertas abiertas" (EG 46), que se concentra en la "misericordia [...] la más grande de las virtudes" (EG 37), permite que "todos puedan integrar la comunidad" (EG 47), se preocupa de que su "dinamismo misionero" llegue "a todos, sin excepciones", pero privilegia a los pobres y enfermos (EG 48). 
Concluye el Papa: "Prefiero una Iglesia accidentada, herida y manchada por salir a la calle, antes que una Iglesia enferma por el encierro y la comodidad de aferrarse a las propias seguridades" (EG 49).
Pueden seguirse textos previos, afines a los presentados, en Francisco, obispo de Roma en el Año de la Fe, pp.63-68 ("Necesarias reformas en la Iglesia") y 33-42 ("Una pastoral de la misericordia" y "Pastores con olor a oveja"). Puede verse una síntesis de toda la exhortación apostólica en el Apéndice 2: La "Evangelii gaudium" del Papa Francisco, un nuevo tono hermenéutico-pastoral" (pp.31-44).



Podemos preguntarnos: en lo personal y en lo comunitario, ¿es la alegría una característica de nuestro discipulado misionero? ¿Surge del encuentro siempre vivo con Jesucristo? ¿Anima una pastoral de puertas abiertas y un dinamismo misionero? ¿Se abre suficientemente a los pobres y enfermos, o más bien tiende a la autopreservación, la comodidad y el encierro enfermizo?

miércoles, 15 de enero de 2014

[16] EVANGELII GAUDIUM, cap.II: "En la crisis del compromiso comunitario"


En el marco de un ejercicio de "discernimiento evangélico" (EG 50), el Papa se detiene "con una mirada pastoral, en algunos aspectos de la realidad que pueden detener o debilitar los dinamismos de renovación misionera" (EG 51). Observa que "la humanidad vive en este momento un giro histórico" o "cambio de época" (EG 52), en el que de la mano de un "fetichismo del dinero" y la "dictadura de una economía sin rostro" (EG 55), "todo entra dentro del juego de la competitividad y de la ley del más fuerte" (EG 53), y donde "se ha desarrollado una globalización de la indiferencia" (EG 54). 
"Se acusa de la violencia a los pobres y a los pueblos pobres" (EG 59), y se pretende "encontrar la solución en una 'educación' que los tranquilice y los convierta en seres domesticados e inofensivos" (EG 60). Se produce un "acelerado deterioro de las raíces culturales" (EG 62) y la "proliferación de nuevos movimientos religiosos" (EG 63), a la par que "se tiende a reducir la fe y la Iglesia al ámbito de lo privado y de lo íntimo" (EG 64). Se "debilita el desarrollo y la estabilidad de los vínculos entre las personas", incluyendo los familiares (EG 67). 
Si bien existen "debilidades" en las "culturas populares de los pueblos católicos [...], la piedad popular es el mejor punto de partida para sanarlas y liberarlas" (EG 69). Por otra parte, "una cultura inédita late y se elabora en la ciudad", que se convierte en "lugar privilegiado de la nueva evangelización" (EG 73), si bien en ella también "se desarrollan el tráfico de drogas y de personas" (EG 75).
En este contexto, una tentación de los agentes pastorales es la "preocupación exacerbada por los espacios personales de autonomía y de distensión" (EG 78), el "aferrarse a seguridades económicas, o a espacios de poder y de gloria humana" (EG 80), con "actividades mal vividas" (EG 82), y el progresivo desarrollo de una "psicología de la tumba, que poco a poco convierte a los cristianos en momias de museo" (EG 83), o en "pesimistas quejosos y desencantados con cara de vinagre" (EG 85).
El Papa recuerda que "estamos llamados a ser personas-cántaro" (EG 86), descubriendo "la mística de vivir juntos [...] en una santa peregrinación" (EG 87), en una especie de "fraternidad mística, contemplativa" (EG 92). Con esto contrasta la "mundanidad espiritual" (EG 93), que hace mirar "de arriba y de lejos" y "rechaza la profecía de los hermanos" (EG 97); la "fascinación del gnosticismo" o su contracara, "el neopelagianismo autorreferencial y prometeico" (EG 94), propio de "generales de ejércitos derrotados" (EG 96).
Es cierto que "ha crecido la conciencia de la identidad y la misión del laico en la Iglesia" (EG 102), pero es necesario "ampliar la presencia femenina" (EG 103), "escuchar a los jóvenes [para que sean "callejeros de la fe" (EG 106)] y a los ancianos" (EG 108). 
Para quienes tuvieren interés, pueden rastrearse estos mismos temas durante los primeros siete meses del pontificado de Francisco, en mi libro Francisco, obispo de Roma en el Año de la Fe, pp.49-54 ("El ídolo del dinero y la cultura del descarte"), y pp.43-47 ("El discipulado misionero de todos los bautizados"). 



Podemos preguntarnos: ¿Cuál(es) de estas tentaciones me (nos) afecta(n) más a mí (a nosotro/as)? En este contexto socio-cultural y eclesial de referencia, ¿qué debería(mos) revisar, convertir y/o priorizar?

martes, 14 de enero de 2014

[19] EVANGELII GAUDIUM, cap.V: "Evangelizadores con Espíritu"


Con esta ficha concluye el curso virtual "SIGUIENDO LOS PASOS, GESTOS Y ENSEÑANZAS DEL PAPA FRANCISCO": hoy, 12 de diciembre, Fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe, patrona de América. Y aquí quisiera compartirles dos pequeñas experiencias. 
1) La exhortación apostólica "EVANGELII GAUDIUM" [=EG], programática del pontificado actual y con la que concluyo este curso, es el documento correspondiente al Sínodo para la Nueva Evangelización, que comenzó el 7 de octubre de 2012. Ese mismo día, el por entonces Cardenal Jorge M. Bergoglio sj, que no participó del Sínodo, prologaba el epílogo de mi Trilogía: "Peregrinando al Santuario" (ver Trilogía, Vol.3: Lectio pastoral y epílogo, pp.421-422), "al regresar de la 38º peregrinación juvenil a Luján". El detalle lo advertí recién hace unos días, pero lo cierto es que en este santuario de Luján es donde he pasado y sigo pasando mis mejores y más felices días de vida pastoral, sobre todo confesando (y bendiciendo) peregrinos.
2) La segunda pequeña experiencia tiene que ver con otro aniversario. Hace exactamente un año, recibía la invitación de Credo Ediciones (Saarbrücken, Alemania) para publicar la Trilogía en torno a la cual fui desarrollando una serie de cursos virtuales gratuitos en este blog. Hasta el momento había dado vuelta 'cielo y tierra' tratando de encontrar una editorial que aceptara publicar mi trabajo sin pagar, e incluso la más segura y con recomendación (¡del ahora Papa!), había fracasado para el librito conclusivo (que entre paréntesis, creo que es lo mejor, más creativo e integrador que llevo escrito). Lo cierto es que haber esperado tanto me permitió pulir y enriquecer más y más el trabajo previo. Acabé publicando no sólo la Trilogía, sino otros cuatro libros, dos de ellos reediciones revisadas, actualizadas y ampliadas, 7 en total, unas 2550 páginas, en el mismo grupo editorial.
3) Las dos pequeñas historias (la petrina y la mariana) se anudan. No solo porque fue en torno a un santuario en donde el referido librito epílogo se gestó y concretó, sino porque el año pasado la fiesta de María de Guadalupe cayó el 12/12/12... Y porque fue también en un santuario mariano latinoamericano donde se acuñó la expresión "discipulado misionero" (Aparecida, 2007) que tanto me inspiró (de hecho, el proyecto de escribir una "Teología del cambio de época" lo fui concretando ese mismo año). Por aquel entonces, el presidente de la comisión redactora había sido el Card. Jorge M. Bergoglio sj, con la estrecha colaboración del ahora Mons. Víctor M. Fernández (Rector de la Pontificia Universidad Católica Argentina, en la que trabajo), único teólogo contemporáneo citado en EG.


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"Jesús quiere evangelizadores que anuncien la Buena Noticia no sólo con palabras sino sobre todo con una vida que se ha transfigurado en la presencia de Dios" (EG 259). Para un renovado impulso misionero "no sirven ni las propuestas místicas sin un fuerte compromiso social y misionero, ni los discursos y praxis sociales o pastorales sin una espiritualidad que transforme el corazón" (EG 262). Por eso, "¡cuánto bien nos hace dejar que Él [Jesús] vuelva a tocar nuestra existencia y nos lance a comunicar su vida nueva!" (EG 264). 
"El verdadero misionero, que nunca deja de ser discípulo, sabe que Jesús camina con él, habla con él, respira con él, trabaja con él" (EG 266). Pero "para ser evangelizadores de alma también hace falta desarrollar el gusto espiritual de estar cerca de la vida de la gente [...]. La misión es una pasión por Jesús pero, al mismo tiempo, una pasión por su pueblo" (EG 268). "Jesús quiere que toquemos la miseria humana, que toquemos la carne sufriente de los demás" (EG 270). "Jesucristo no nos quiere príncipes que miran despectivamente, sino hombres y mujeres de pueblo" (EG 271). 
"Un misionero entregado experimenta el gusto de ser un manantial, que desborda y refresca a los demás" (EG 272), sintiendo que "es lindo ser pueblo fiel de Dios" (EG 274). Está convencido que "en medio de la oscuridad siempre comienza a brotar algo nuevo, que tarde o temprano produce un fruto" (EG 276). Tiene la certeza "que Dios puede actuar en cualquier circunstancia, también en medio de aparentes fracasos", y "la seguridad de que no se pierde ninguno de sus trabajos realizados con amor" (EG 279). 
Por último, "no hay mayor libertad que la de dejarse llevar por el Espíritu" (EG 280). Esto supone dar lugar también a la "intercesión [...], porque la contemplación que deja fuera a los demás es un engaño" (EG 281).
María es la Madre de la evangelización, y "sin ella no terminaríamos de comprender el espíritu de la nueva evangelización" (EG 284). "El pueblo lee en esa imagen materna todos los misterios del Evangelio". María es el "icono femenino" de la Iglesia (EG 285), que "a través de las distintas advocaciones [...] comparte las historias de cada pueblo que ha recibido el Evangelio" (EG 286). "'Su excepcional peregrinación en la fe representa un punto de referencia constante para la Iglesia'", sobre todo en la "noche de la fe" (EG 287). 
"Hay un estilo mariano en la actividad misionera de la Iglesia" que es "revolucionario" por la "ternura y el cariño [...]. María sabe reconocer las huellas del Espíritu de Dios en los grandes acontecimientos y también en aquellos que parecen imperceptibles. Es contemplativa del misterio de Dios en el mundo, en la historia y en la vida cotidiana de cada uno y de todos". Es "la que sale para auxiliar a los demás 'sin demora'" (EG 288).
Pueden seguirse estas mismas temáticas en el magisterio previo del Papa en mi libro Francisco, obispo de Roma en el Año de la Fe, pp.27-32 ("La vida y misión de la Iglesia hoy") y pp.73-76 ("La santidad cristiana y María").



Podemos preguntarnos: ¿Vivo la misionariedad con 'pasión'? ¿Se alimenta de la comunión con Jesús y la contemplación diaria vivida en medio del pueblo? ¿Qué lugar ocupa María en mi vida? ¿En qué sentido se convierte para mí en icono de la nueva evangelización?